Cuando empezamos una relación todo lo vemos color de rosa; vivimos la historia del cuento de hadas entre la mujer perfecta y el príncipe azul. Sin embargo, con el pasar de los meses se va muriendo la ilusión, y poco a poco empezamos a mostrarnos tal como somos y entonces empiezan los problemas.
Algunos, menos maduros que otros, deciden abandonarlo todo al no soportar el verdadero carácter de su pareja y se van a perseguir otra ilusión. Ellos solo se quedan en el enamoramiento, y al no madurar, van eternamente sufriendo la falta de pareja y estabilidad que la madurez les exige para poder llegar al verdadero amor.
No obstante, si han logrado pasar esta primera etapa de desilusión y se arriesgan a aceptarse tal como son, aparece la primera oportunidad para empezar a amar de verdad, para que el amor real nazca entre ellos.
Si solo nos quedamos en el sentimiento de enamoramiento, que es fugaz como apasionado y sensual, nuestra relación está condenada a la extinción. Solo aquellas parejas que deciden asumir la relación con la persona real que tienen al lado, llegan a formar una relación de pareja sólida.
Nadie dice que amar sea fácil, puesto que hay que enfrentar fallas de ambas partes y pulir caracteres difíciles, pero una vez conquistado, la convivencia se hace posible y el verdadero amor ocupa su lugar.
Casi nadie quiere hablar de Dios, pero en uno de los libros del Nuevo Testamento (1 Corintios 13) se dicen las características del amor, y luego de leerlas, coincidimos en que solo con estas reglas se pueden ver los beneficios del amor; aquel que sana y reconstruye, que dignifica y bendice a quienes se deciden a seguirlo.
El enamoramiento no es amor, solo es la puerta de entrada, y si logramos atravesarla, nos conducirá poco poco hacia el interior del hogar donde habita el amor.
Imagen: Love242.
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